21 de abril de 2011

"Solitary Shell"

"Sal de los escombros y ponte a salvo. Rápido. Cuanto más rápido lo hagas, menos dolerá. Observa tus contusiones, tus heridas: si no son mortales, no hay de qué preocuparse. Trata de relajarte y agradece que el golpe no haya sido fatal.
 La torre que con tanto ahínco y esperanzas estabas levantando se ha venido abajo sobre tí. No temas, no es el fin. Solo el fin de la torre, y si se ha derrumbado, por algo será. Quizás es que no era una torre lo suficientemente buena...



Fortalécete. No es ni mucho menos la primera vez que experimentas este dolor, esta impotencia. Demuestra lo que vales: ignora las dolorosas heridas y manos a la obra. No hay tiempo que perder.

Comienza a definirla, poco a poco, meticulosamente. Céntrate en la silueta: debe ser recia, que parezca que pueda soportar cualquier fuerza que la azote.

Escoge los materiales: resistentes, duraderos y de confianza. No es difícil, los cimientos tienen que ser, simple y llanamente, aquellos que siempre han estado ahí. Aquellos que te han animado y distraído en tiempos peores y cuya efectividad sea verdadera. Más fácil aún, selecciona aquellos que nunca te han fallado.

Ahora probablemente pienses que, en el estado en el que te encuentras, realizar una obra como ésta es una tarea titánica, que escapa a tu control. Es en estos momentos en los que más que nunca debes confiar en ti mismo y en tu capacidad. De hecho, diseño y edificación de esta arquitectura te corresponden a tí y solamente a ti. Nos desfallezcas, pues eso implicaría que se te desplomase encima una vez más, de forma definitiva. Confía ciegamente en tí mismo y sigue adelante, siempre adelante y no mires atrás.

Tienes el diseño, los materiales idóneos y otra cosa más: el espíritu. Mientras estos tres elementos den la talla, nada más importa.
Cuentas también con otra ventaja: la experiencia. No es la primera vez que topas con este problema, con este revés del destino. Ni tampoco es la primera vez que tratas de sobrevivir a sus efectos. La experiencia es una sabia consejera que rara vez hay que silenciar. Que hable: siempre tiene algo interesante que aportar.

Lo que viene a continuación es la parte más sufrida y difícil de todas: edificar y soportar. Ya te aviso que en esta fase del proceso se te van a venir a la cabeza todo lo referente a la torre: desde la ilusión con la que le diste forma, pasando por el momento en el que la finalizaste y acabando en el momento de su desplome. Lamenta el tiempo y esfuerzo empleados en vano y llora el colapso todo lo que haga falta, pues es parte de la historia de la torre y de tu propia historia como arquitecto. De hecho, si lloras es porque mereció la pena levantarla con la sola ayuda de tus manos y de tu fuerza de voluntad. Sé fuerte, y resiste.


Está lista. Construida alrededor de tí, tienes tu mejor obra. Es sencilla y al mismo tiempo compleja. No es elevada y hermosa como lo era tu torre, pero cumple con su función: has edificado una barrera, un escudo, una fortaleza que te protege de todo. Comprueba su dureza: si sus paredes son lo suficientemente resistentes, el trabajo habrá merecido la pena. Ahora estás más a salvo que nunca.
Este cascarón es tu nueva torre, y es en él en el que debes depositar todos tus esfuerzos e ilusiones. Básate en él. Olvida la torre. La torre sólo te ata a recuerdos dolorosos, recuerdos que ojalá estuviesen tan enterrados como sus escombros. En el caparazón estás seguro. Libre del dolor que el resto del mundo pueda ocasionarte. Eres libre en tu propia prisión... ¿Salir? No puedes salir de la fortaleza. Para eso fue concebida por ti mismo: para estar aislado. Si nadie te hiere, no sufrirás. Es sin duda alguna, la arquitectura suprema. Ningún sentimiento penetra sus paredes, ninguna mentira llega a tus oídos. Eres invulnerable en tu inexpugnable cubil... ¿Y aun así quieres salir? ¿Para qué? ¿Para crear torres que acabarán por sepultarte? ¿Para volver a sentir el demoledor fracaso? ¿La sensación de perderlo todo en un parpadeo? ¿El dolor de volver a comenzar de cero? ¿No te das cuenta de que tu escudo va más allá? Eres aún más patético de lo que imaginaba... No puedes salir. Es indestructible, es lo que deseabas: algo que te guardase del amargo dolor por toda la eternidad. Aquí los sentimientos y las sensaciones carecen de sentido. No existe la felicidad, pero tampoco la infelicidad. Puedes estar orgulloso... Es una obra genial en todos sus ámbitos. Perfecta. Mi más sincera enhorabuena... 

Ahora espero que te pudras en tu solitario caparazón por el resto de tus días rememorando tu amada torre, estúpido arquitecto."











 "Aparte de seres amados,    

también seres odiados        

 habitan dentro del corazón"


3 de abril de 2011

"Vacant"

"Tambaleándome por las heridas que cercenan mi cuerpo, penetro en el umbral. La sangre comienza a enturbiarme la visión de uno de los ojos, no siento el brazo izquierdo, el sólo amago de respirar me provoca un dolor inimaginable.

 Siento como se me escapa la vida sin remisión. Paso a paso, gota a gota, hálito a hálito.

Y sin embargo, poco, por no decir nada, importa que me esté muriendo.

La voluntad (lo único que permanece incólume en mi demacrado ser) me mantiene con vida a duras penas. Sé que el dolor que estoy experimentando bastaría para acabar conmigo en otras circunstancias. Pero, de algún modo, me aferro a vivir, a luchar, a desafiar a la Muerte inminente por la única razón por la que merece la pena que mi corazón siga latiendo.

La cojera no detiene mi implacable avance. La busco con el ojo sano. No consigo divisar su silueta. Desesperado, grito su nombre, y al instante noto como una lágrima surca mis mejillas cuando solo obtengo como respuesta al cruel eco de mis palabras.  
Tropiezo y caigo de bruces contra las baldosas de piedra del templo. Articulo un rugido de pura impotencia y casi siento deseos de rendirme, pero rápidamente me reafirmo en que estoy enfrentando algo más importante que el resultado de mi nimia existencia. Extrayendo fuerzas de donde ya no quedan, me apoyo en mi fiel espada, y lanzo una última ojeada con la esperanza de encontrarla, y de que todo el sacrificio haya servido de algo.

Solo entonces, metros más allá, consigo distinguir su cuerpo yaciendo sobre el altar de piedra.


 















Súbitamente, el júbilo me inunda por completo: vuelvo a sentir el manar de la sangre por mi brazo herido, mi ojo recupera la vista, la respiración ahora duele pero de forma distinta, pues el aire fluye a través de mis pulmones con demasiada violencia. Me olvido del sufrimiento y comienzo a correr, como si no hubiese dolencia lo suficientemente maligna como para hacerme desistir en mi idea de acudir a su lado.

Alcanzo al altar. Su hermosa figura, su perlino vestido y su melena azabache... No los recordaba tan sobrecogedoramente cautivadores. La ausencia de sangre, me tranquiliza: Su vida ya no corre peligro. Le acaricio torpemente la mejilla, diciéndole que estoy con ella, que no hay de qué preocuparse, que todo ha pasado...

De pronto el terror se apodera de mí: no oigo su dulce voz, ni siquiera su suave respiración. Está gélida como la piedra sobre la que descansa.

Finalmente, confirmando mis mayores miedos, reparo en sus ojos: congelados, perdidos, agujeros negros... sin vida. Me observan sin observarme, inconscientes, inertes, muertos.
Los míos estallan en miles de lágrimas. Todo ha sido en vano, inútil. Abrazo tu cadáver, como tratando de insuflarte la vida que ya no posees, pues quiero creer en que aún no te he perdido para siempre."

"13 jodidos tomos para este beso T_T"

"Repito, susurrando.

Repito, hilvanando mis palabras.

E inquiero el nombre de quien me visita"