17 de marzo de 2013

"Shine on you crazy Pink Tones"

Para un melómano como yo, que se alimenta diariamente a base de melodías deambulando por los auriculares de mi mp3 o de los ritmos que interpreto a la batería, asistir a un concierto es un evento que sé que va a marcar mi memoria con huella indeleble por muchísimo tiempo.

En mis 2 décadas de vida, tan sólo he asistido a 5 conciertos, pero todos de una calidad brillante: el primero, fue uno fabuloso de Extremoduro , el segundo y el cuarto para ver a mis Dream Theater, cuya música es el sustrato de mi alma. El tercero un 5 de Noviembre de 2010 en un show de Blind Guardian jodidamente bueno. Y del de ayer, de la mano de Pink Tones... En fin, aún sigo reponiéndome del shock. Pero comencemos desde el principio.

Mi historia con Pink Tones comenzó hace aproximadamente un año, cuando yendo en el autobús, de vuelta de la facultad, un pintoresco y atractivo cartel publicitario captó mi atención: "Concierto de Pink Tones en Málaga". <<Deben de ser un grupo cutre versionando Pink Floyd>> pensé yo aquel día con desdén, casi con indiferencia. De hecho, por aquel entonces, para mí Pink Floyd se reducía a lo típico: "Wish You Were Here", "Another Brick in the Wall", "Shine on you crazy diamond"... Vaya, que conocía lo que cualquier amante de la buena música y, en concreto del rock progresivo, ha escuchado alguna vez por fuerza. Nada más.

Pero un año da muchas vueltas y yo necesitaba nuevos reductos de música por explotar y por fin me animé a abordar Pink Floyd seriamente. Desde entonces, me puedo considerar un fan acérrimo de los Floyd, que escucha su material día sí, día también, sumergido en el enigma y simbolismo de sus letras y perdido en sus melodías etéreas y evocadoras. Con nuevo interés esta vez, indagué acerca de la calidad de Pink Tones en el escenario y quedé enormemente sorprendido. <<Si tan sólo me hubiese puesto a escuchar Pink Floyd por la fecha en la que los Pink Tones daban el concierto en Málaga...>>. Me arrepentí mucho de perder ese tren y además por tan poco. Se lo comenté a una buena amiga, R, a la que le flipaba Pink Floyd de hacía tiempo y quedamos en ir al próximo show costase lo que costase.

El tiempo pasó hasta que hace algo más de mes y medio, un nuevo cartel publicitario me dio la alegría que llevaba tiempo esperando: Volvían a Málaga. Avisé a R pronto y JG, se sumó al plan de ir a ver a Pink Tones en acción. Compramos las entradas con antelación y durante ese tiempo me dediqué a empollarme las canciones y las letras como si se tratase de un examen de la Universidad. Y por fin llegó el día del concierto...


Sábado. 16 de Marzo. Tras recoger a R, JG y yo llegamos a la sala París 15 una hora antes de que abran las puertas. Aparcamos prácticamente al lado. Y no hay cola de gente. En efecto, hemos sido los más frikis y los más motivaos. Pasamos el rato hablando de pan de pipas y de demás trivialidades de la vida. En cuanto vemos que el público comienza a aparecer, nos ponemos sin demora en la cola. Conforme va llenándose de gente, me resulta curiosa la elevada media de edad que está allí reunida. La espera se hace algo pesada y el frío nos obliga a hacinarnos a lo pingüino. Se retrasan 10 o 15 minutos de la hora prevista en abrir las puertas. Entramos en el recinto y agradezco el calorcito del interior. Cuando me giro viendo que no me siguen R ni JG me encuentro con que un segurata registra la mochila de R. Confisca su pan de pipas. Adiós al tentempié para el concierto T^T.

Nos adelantamos hasta el escenario y topo con un hueco en primera fila. Mío, mío, pa mí. A mis espaldas, el público parece más pendiente de comprarse una maceta de birra que de coger sitio. Allá ellos, pienso. La espera se hace algo amena con la selección de música de fondo, bastante movidita y bailable. El jodido JG me da un ñosclo en la oreja y cuando le grito "MAMÓN", el pobre hombre de la derecha se gira creyendo que el comentario iba dirigido hacia él. Creo que nos estuvimos descojonando hasta que las luces se atenuaron y comenzó a surgir un densa nube de humo. Empezaba el show de Pink Tones.

Nacho Aparicio surge de la nada, de las sombras, de las volutas de humo, rodeado por su ejército de teclados y samplers. Comienza a interpretar el comienzo de "Signs of Life" con una solemnidad increíble. Los efectos de luces y el majestuoso sonido le hacen parecer un auténtico Fantasma de la Ópera. Suena épico. Aparecen el resto de componentes y los recibe como a héroes un coro de palmas y silbidos. Está todo oscuro, y, a medida que el teclado comienza a difuminarse, comienza a sonar el soplido del viento. El galope único y característico del bajo de "One of these days", de la mano de Cefe Fernández llena nuestros oídos. Se suma el teclado. La atmósfera es perfecta. Los efectos de luces comienzan a hacer sus primeros alardes. Suena el bombo de Antonio Fernández, batería de Pink Tones. Hace su entrada tocando el lap steel, Álvaro Espinosa, frontman del grupo.

Cuando las luces iluminan a Antonio, que se levanta del sillín de su batería, nos señala a todos con una baqueta y grita con efecto de voz distorsionada "One of these days, I'm going to cut you into little pieces!!" literalmente, me acojono. Entonces la canción explota en esa magistral línea musical que hace que sea una de mis canciones favoritas de Pink Floyd. Menudo intro para el concierto, señores. Inmejorable la progresión y la ejecución hasta el final, que es recibido con un aplauso enorme, pero es que no da tiempo... Las estridentes alarmas de los relojes indicaban el inicio de "Time", que es alabada con gran júbilo. Se ilumina el tríángulo del fondo. Comienza a asentarse la melodía y Antonio demuestra un gran dominio en la sección de los rototoms, respetando los ritmos del gran Mason y añadiendo algunos de su propia cosecha que quedaron francamente bien. Las guapas coristas, Cris López y Ángela Cervantes se añaden al escenario exhibiendo unos movimientos y un conjunto que seduce los sentidos. Comienza Álvaro cantando las primeras palabras de "Time" y, no sé cómo lo hace, pero la voz que suena es la del gran David Gilmour. La canción sigue magnífica hasta la sección del solo, genialmente interpretado por una guitarra que emula el tono y los efectos del ya citado miembro original de los Floyd. Si no recuerdo mal, fue en este punto cuando Antonio tuvo un pequeño fallo en un fill, pero pasó totalmente desapercibido para la mayoría del público. Las luces acompañan la interpretación fantásticamente y los coros de las chicas respaldan la voz principal con gran acierto. Llega ese relajante "bajón" del reprise de "Breathe" y la canción adquiere un tinte más sentimental, más lánguido. La ovación despide el tema, pero sin dar tiempo, Nacho comienza a tocar con efecto de órgano el outro de "A Saucerful of Secrets". Este pasaje me transportó, literalmente. Personalmente, es uno de los extractos más hermosos de toda la discografía. Me elevó a otro plano y fue flipante cuando se unieron todos los instrumentos en una verdadera explosión musical. La parte vocal me puso los vellos de punta y cuando Álvaro clavó ese agudo final, el público premió la interpretación con una alabanza monumental.. Impresionante es poco.

Sin descanso aparente, la guitarra rítmica de Pipo Rodríguez, el último componente del grupo y todo un multiinstrumentista de cuidado, comienza a sonar "Dogs" que es una obra maestra del rock progresivo. Álvaro comenzó a ponerse rápido con la línea vocal, que tiene una letra que es de mis favoritas de Pink Floyd, y que seguí en su mayor parte, porque es bien jodida de memorizar. La canción transcurrió a la perfección hasta el estribillo instrumental, también ejecutado sin problemas. Sólo faltaban los samplers de los ladridos... Nuevo solo de la guitarra que te toca la fibra. Siempre capta mi atención especialmente en este tramo la línea de bajo, simple pero muy contundente. Cuando llegó el break, Álvaro se descolgó la guitarra y comenzó a acercarse con meticulosa parsimonia al theremín, y el público, incluidos R y JG se quedaron pasmados cuando comenzó a acercar las manos y a producir sonidos de la nada. Más de uno pensaría que era pura brujería. Si aún había algún espectador al que no se habían metido en el bolsillo, la sección del theremín se hizo cargo de que nadie se quedase indiferente. Este Álvaro es un frontman cojonudo y ni sacándose un conejo de la chistera hubiese conseguido el impacto audiovisual que produjo en los miles de ojos que contemplaban su hazaña. Fue de lejos, uno de los mejores momentos de la noche.

La canción retomó su línea principal no sin antes vitorear el interludio y llegó el solo final de "Dogs", lleno de técnica, sentimiento y un tinte psicódelico en las últimas notas. Se acercaba la estrofa final de la letra, salpicada de frases geniales e inolvidables. Me encantó cuando se fueron complementando las voces de Cefe, Álvaro y Pipo de manera superpuesta: lograron un efecto vocal muy depurado que dio fin a una magistral ejecución del tema del álbum "Animals".

Láseres azules comenzaron a relajar el ambiente y el teclado de Nacho hizo sonar, tímidamente, los primeros tonos de "Shine on you crazy diamond", que es uno de los magnus opus de Pink Floyd. La entrada de Álvaro tuvo algún error pequeñín, pero pronto se repuso y reforzó el sentimiento del sonido de su guitarra. Entraron la batería y el bajo y ya se respiraba el aire espacial a la par que bluesero del temazo. El solo de guitarra seguía con renovadas fuerzas, imbatible, haciéndose sonar con elegancia, como un desgarrador llanto. El teclado seguía a lo suyo afianzando esos acordes épicos y únicos. Y llegaba ese "Remember when you were young?" que precedió el enorme grito "Shine on you crazy diamond!" que el público coreó con energía. Ángela y Cris sorprendían con sus agudos (y eso que aún no habían sacado la artillería pesada). Pipo se deshizo de su guitarra y se colgó el dorado saxofón y se dispuso a abordar el solo. Sin embargo, todo hay que decirlo, tuvo complicaciones, en especial con las notas más agudas, y por su expresión de esfuerzo, lo estaba dando todo. Con todo, supo salir del paso bastante dignamente y se llevó un gran aplauso. Sin dilación, engancharon el fin de la primera parte con la segunda, presidida por el moog, los acordes de guitarra y el galope del bajo. 
Contraataca la canción con un ritmo más ágil, guiado a golpe de ride por Antonio, uno de los mejores extractos de la canción, el lap steel en manos de Álvaro vuelve a ganar protagonismo en un solo impresionante, y casi le falta tiempo para enfundarse la guitarra y retomar el estribillo. Menudo maestro. Prosigue la parte jazzera de "Shine on you crazy diamond" y llega esa parte del bajo que me vuelve loco y que Cefe tocó como si fuese la cosa más fácil del mundo. La canción llegó a su fin con la solemne marcha fúnebre. Pesada, nostálgica, trágica... Imposible describir la atmósfera que los teclados de Nacho construyeron. Matrícula de honor.

Para relajar al público del shock de tanto rock progresivo de tamaña calidad, Álvaro se calzó una guitarra acústica y todos pensábamos que era el turno de "Wish You Were Here"... Una pequeña decepción nos golpeó a todos cuando comenzó con los versos de "On the turning away", una balada que, nunca me había llamado la atención especialmente, pero... MADRE MÍA. Empezó entonando los elevadísimos tonos (que sólo un registro vocal como el de Mr. Gilmour puede alcanzar) con una maestría innegable. La balada no tardó en hacerse un hueco en el corazoncito de todos los oyentes, pero ahora bien, cuando comenzó el solo... Yo me quedé sin palabras. Qué rasgueo de guitarra y qué efectos. Ávaro fue el protagonista indiscutible, por la voz y por la calidad de sus punteos. Muy grande.

Sin comerlo ni beberlo, "Atom Heart Mother", la canción que de verdad me invitó a escuchar la discografía de Pink Floyd, estaba sonando. No había violines ni trombones... Pero es que no hacían falta. Nacho hizo los arreglos de orquesta con sus teclados a las mil maravillas y la batería de Antonio estuvo especialmente brillante y se notaba que estaba gozando de cómo estaba sonando la pieza sinfónica. El bajo de Cefe se oía con precisión y complementaba la tonalidad de los teclados. Álvaro clavó, una vez más, el solo. Cuando Ángela y Cris comenzaron a entonar... El público se quedó asombrado. Impresionantes la potencia y el registro que tienen estas dos muchachas. El papel coral que cumplieron en "Atom Heart Mother" fue aún mejor de lo que se escucha en el álbum homónimo. Las voces masculinas se sumaron a las femeninas conformando una amalgama de voces que sonaban como una sola. Qué bien cantan los joíos...
Se avecinaba la sección bluesera con ese mágico moog dialogando con el bajo respaldado por el bombo y el crash de Antonio. Irrumpe ese solo de guitarra, impoluto lleno de bendings made in Gilmour que me alucina cada vez que lo escucho. El ambiente se mantiene hasta que Ángela y Cris...¿Cantan? esas palabras mágicas que no existen en ningún idioma humano. Es parte de la magia que sólo "Atom Heart Mother" posee. Y vuelta al epiquísimo tema principal, de corte marcial, casi medieval ejecutado con pasión, poniendo toda la carne en el asador. Es una obra que mezcla sinfonía, ópera, rock y jazz en una única pieza: te hace pasar por todos los estados de ánimo posibles. En esto radica la genialidad de una de las "Top3" de mis canciones Pink Floyd. Se despedía con majestuosidad, con grandilocuencia, una de las sorpresas de la noche. El coro final formado por las voces de intérpretes y público fue de otro mundo. 

Un segundo después sonaba el riff principal de "Have a cigar". Esto es un no parar. Son inhumanos. ¿No descansan? En fin, disfrutemos del sarcasmo de la letra, de la comunión de los instrumentos... Es una canción que me encanta, y que motivó a todo el público sin excepción. La voz con ese matiz satírico, vacilón, casaba fantásticamente con el significado de sus versos. Y ahí llega el solo y el rápido ritmo del hi-hat agilizando la melodía. Pobres cuerdas de guitarra, tanto bending me duele hasta a mí... La melodía danzaba, sugerente, por mis oídos, y cuando el solo parece que va a extinguirse, es retomado con progresiva complejidad. Genial el efecto de fade de los instrumentos cuando acabó el tema.

Fade, para nada en balde, porque los acordes de piano anunciaban que venía uno de los pilares centrales de la noche: "The great gig in the sky". El slide en las manos de Pipo fue una bendición que complementaba los esfuerzos de Nacho por recrear la atmófera de la canción de "The dark side of the Moon". Los dos golpes en la caja de la batería dejaron paso a la SOBERBIA voz de Ángela, que cantaba como la mismísima Clare Torry con esos desgarradores gritos que sonaban como el sollozo de un ángel en la Tierra. Qué emoción, qué manera de plasmar sentimientos en la voz, qué capacidad de modular... Los aplausos se desbordaban sin remedio. Teníamos los ojos como platos y los pelos como escarpias. Cris tomó el relevo destacando en esa progresión escalonada de canto que tan bien ejecutó. Qué agudos, madre mía... Volvía a tomar las riendas Ángela haciendo gala de sus capacidades vocales con Cris apoyándola de segunda voz. Y cuando terminaron, se tomaron de las manos atribuyéndose los aplausos y vitoreos la una a la otra. Un gesto hermosísimo y una de las mejores escenas de toda la noche. Precioso.

Los samplers de las cajas registradoras fueron motivo de gran regocijo y para mí fue toda una sorpresa que después de haber interpretado "Have a cigar" Pink Tones fuese a tocar a su prima hermana "Money". Se nota que los muchachos tienen este tema ensayadísimo, porque además de sonar con una gran calidad a todos los niveles, se les vio especialmente confiados en su interpretación. Pipo tomó el saxo esta vez con mayor éxito y renovadas energías ejecutó un gran solo. Daba inicio esa sección instrumental con la que es imposible quedarse quieto, interpretada fielmente hasta el más mínimo detalle.

Como músico, adoro cuando se enlaza un tema con otro y es precisamente lo que ocurrió con el outro de "Money" y el comienzo de "Any colour you like", una pieza instrumental muy característica. Mención aparte la iluminación en este tema, con las barras de colores, los focos de distinta tonalidad y la luz azulada del comienzo. Nacho ejecutó su solo al que le siguió el de Álvaro en lo que es todo un diálogo musical compuesto de forma brillante. 

Cefe entonaba ya las primeras líneas de "Brain Damage". En el estribillo, todos cantaban su respectiva línea vocal a la perfección mientras los instrumentos construían el andamiaje musical de la canción dirigida a Syd Barrett. Y cerraba "The dark side of the Moon" "Eclipse", con la escenografía iluminada, unas voces de escándalo y una instrumentación especialmente orientada al teclado y a la hipnótica base de la guitarra. Y esa letra. Esa letra que sirve para cualquier situación, para cualquier momento. Que habla de la vida y de todo lo que te ha ocurrido, te ocurre y te va a ocurrir mientras sigas recorriendo ese viaje único e irrepetible. La ovación se quedó corta.

Álvaro volvía a recurrir a la acústica y sonaba "Fat old Sun". Es una canción increíble que muchos escuchaban por primera vez y eso que es un temazo. Tiene un registro vocal muy difícil de emular, pero Álvaro afrontó el reto y cumplió sobresalientemente. Concretamente, la parte de "Sing to me, sing to me" puff... Me tocó muy adentro. Es una canción muy hermosa, que evoca a lo campestre, a lo rural y fue interpretada con mucho mimo. Y de pronto nacía ese solo de la púa de Álvaro, un solo distendido, casi reflexivo, con ansias de libertad y que tiene la peculiaridad de ser uno de los pocos en los que el señor Gilmour puntea rápidamente en el tramo final. Incluir "Fat old Sun" en el setlist fue todo un acierto.

Pero el plato fuerte estaba por caer y multiplicado por 2. La guitarra acústica comenzaba a emitir los primeros tonos de "Wish You Were Here" y el público se deshizo del gusto. Cuando Álvaro empezó a cantar, se nos escuchaba a nosotros más que al propio vocalista de Pink Tones. La letra, la melodía... Es una de las más grandes baladas de la historia. Mis ojos empezaron a humedecerse y los labios a temblar. La música me recorría y me abrazaba. El estribillo fue coreado con gran ímpetu y es que la interpretación no se estaba mereciendo menos. Desgraciadamente, como el resto del concierto, "Wish You Were Here" se pasó en un suspiro, se  hizo, como todo lo bueno, demasiado corta. Cuando terminó, la aclamación fue enorme. Álvaro se acercó al micro y nos dio las gracias a todos, diciendo que era un honor estar tocando por segunda vez en Málaga, pero el honor era nuestro. Nos pidió que para la siguiente canción permaneciésemos en silencio, para contribuir a la atmósfera. Presentaba así, "Echoes".

Pero o el público es gilipollas o qué sé yo, porque sigo sin entender cómo puedes ir a un concierto sin silenciar el móvil... 2 o 3 sonaron a la vez y yo sentía cómo me hervía la sangre. Pink Tones fue cauto, y alargó expresamente el sintetizador y entonces ese "Plin!" tan característico y querido por los fans de Pink Floyd rompió el silencio.
"Echoes" nos llevó a mí y a otros tantos a otra dimensión, a otra realidad. El sonido de la guitarra gateaba por la sala, al principio con timidez para luego ganar volumen junto a la batería, el teclado y el bajo. Cantaban la letra, con gran delicadeza, casi como si se deleitasen con el significado de cada palabra aislada. Qué bien sonaba todo, joder, hasta el más mínimo detalle estaba siendo cuidado. El fin del magnífico solo condujo a la parte jazzera con un ritmo magnético dominado por el bajo de Cefe, el teclado de Nacho y la batería de Antonio. Mientras, Álvaro seguía recreándose en el viaje astral al que le estaba transportando su guitarra. Estaba siendo alucinante. Se mantuvo el groove hasta ese inquietante y fantasmagórico silencio que engulle todo el sonido. Y entonces, Álvaro logra, no sé cómo demonios, ese efecto de pitido agudo con su guitarra. Sopla un viento huracanado y la ráfaga de pitidos, similares al canto de las ballenas hace eco por toda la sala del París 15. No se puede expresar con palabras la experiencia. Y de pronto... "Plin!": Todo vuelve a comenzar. Se van sumando los instrumentos en un build up increíble, que va in crescendo, aumentando la intensidad 
 aún cuando ya parecía imposible. Las notas de la guitarra danzan y se escuchan los golpes en los toms y en los platillos. Cantan la última estrofa, como si nada hubiese pasado, como si siempre hubiésemos estado en un concierto, en esa sala, en ese mundo. Como si nunca nos hubiésemos ido a otro mundo, a otra realidad, a otra dimensión. El outro lo protagoniza un conjunto de notas que el teclado emite y al cual responde la guitarra. Un diálogo musical es la mejor expresión que existe para definir el final de "Echoes". Vuelve a soplar el viento huracanado. Cefe deja su bajo y se retira del escenario. Antonio levanta del sillín y hace mutis por el foro. Álvaro se despide con la mano y nos deja solos con Nacho, el cual, con una última nota, deja el escenario. Silencio. Oscuridad. Aplausos y vítores por la proeza musical a la que acaban de dar vida.

Se hacen de rogar en el único descanso real que se toman estos incansables músicos y vuelven con "The Wall". Da inicio "In the Flesh?" un tema rebosante de energía, potencia y solos de guitarra muy rockeros. Todo suena igual que en el álbum. Qué va. Mejor. Álvaro toma el papel de Roger Waters y nos deleita con la breve letra de la canción. El Muro se nos viene encima. Y va a ser la leche. Explota el outro con los platillazos, los rasgueos, los gritos y el sonido de la hélice del motor del avión. No da tiempo apenas a aplaudir, porque Pipo ya está cantando "The thin Ice" en compañía de los teclados. Qué solo de guitarra, por Dios. Qué grande es "The Wall". 

Suenan las notas de "Another brick in the Wall I" y la gente se vuelve loca. Pipo vuelve a protagonizar las voces en la primera parte cantándola perfectamente, sobretodo el "Dad, what you'd leave behind for me?". Se extiende la canción con el sonido de los niños de la escuela jugando. Suenan las hélices de un helicóptero a todo volumen y un foco ilumina a todo el público recorriéndole de lado a lado. Álvaro toma un megáfono. Finge que no estamos, que no existimos. Gritamos poseídos, haciéndonos notar. De pronto repara en algo: "You! Yes, you! Stand still laddy!". El crash de Antonio precede "The happiest days of our lives". Algo comienza a tapar los láseres y los efectos de luces. Una sombra se va inflando e inflando a gran velocidad hasta tocar el techo del escenario. Un monigote hinchable que representa al profesor de la historia de "The Wall" abre sus ojos luminosos y comienza "Another brick in the Wall II" y la gente ya está bailando y moviéndose a ritmo de música disco. Cris y Ángela marchan al más puro estilo marcial y nosotros le gritamos al profesor que deje a los niños en paz hasta quedarnos afónicos. Cómo la tocan. Qué acierto lo del muñeco hinchable. Es que hay que estar allí para hacerse una idea. Qué dominio. Álvaro interpreta el solo como si fuese tan fácil como abrir una bolsa de patatas fritas. Con el "Wrong! Do it again!" comienza a marcarse un solo IMPRESIONANTE muy al estilo de Santana. Guapísimo, digno de estar en el álbum de los Floyd. La canción finaliza y da pie a "Another brick in the Wall III" aún más agresiva y rebelde que la anterior, con sus letras de puro odio y desprecio. Se hace cortísima pero es un auténtico chute de adrenalina. Los silbidos premian a los músicos. Y Álvaro comienza a tocar la segunda parte de "Is there anybody out there...? con su guitarra acústica. Es una delicia ese pasaje. Cuando acaba de puntear, se van las luces y todos los componentes de Pink Tones dejan el escenario despidiéndose salvo Cefe, que comienza a cantar "Goodbye cruel World". Nos deja vociferar un último y sobrecogedor "Goodbye" antes de irse. Pero nos negamos a que el show concluya así de amargamente. Silbamos y silbamos, aplaudimos y aplaudimos y allí que vuelven, dispuestos a darnos una merecida propina. Si es que hay que quererlos...

Suena el punteo de "Run like Hell" una canción que en directo ganó muchísimo. La combinación vocal de Pipo y de Álvaro estuvo genial, ¿Cómo les podía quedar voz para seguir cantando así de bien? Nacho interpreta su solo sobradamente, sin fallar una nota, en el que es el único solo de teclado de todo el ábum. Acaba la canción en un orgasmo musical de sonidos. Se despiden, parece que esta vez de verdad. Nos dicen que somos un público fabuloso que ha sido genial volver a Málaga...

Qué va. ¿Cómo se van a ir sin tocar la obra maestra por excelencia de Pink Floyd? Cuando suena "Comfortably Numb" todos estamos dominados por la euforia más absoluta. La canción transcurre magnífica a todos los niveles. El primer solo suena a la altura de las manos de Mr. Gilmour. Todos coreamos el estribillo como si de un himno se tratase. Cuando me quiero dar cuenta, Álvaro ya está extrayendo de las cuerdas de su guitarra el que para muchos es, y no en vano, el mejor solo de guitarra de la historia. Pone toda su alma en ejecutarlo y el resultado es una auténtica maravilla de la que es imposible resistirse. Alarga el solo y el outro, pero, como todo, "Comfortably Numb" y el conciertazo de Pink Tones toca a su fin con un batir de platillos y un infernal rasgueo de guitarra. 

Álvaro nos da las gracias, nos dice que esperan poder volver el año que viene y nosotros sólo podemos pedir "¡Otra! ¡Otra!" Porque sí, llevamos de pie más de 3 horas, nos duele todo, pero nos tiraríamos otras 3 horas allí escuchando el sonido del Paraíso musical. Saludan como los magistrales músicos que son y se hacen una foto con todo el público. Antonio, el batería, nos dedica unas palabras diciéndonos que hemos tenido el privilegio de disfrutar del concierto más largo de toda su carrera: 3 horas y 15 minutos. Pues nos ha sabido a poco, Antonio: Queremos más. Mucho más. Se vuelven a despedir, se les ve ilusionadísimos, orgullosos y que se lo han pasado como unos enanos. Nosotros todo eso pero multiplicado por 1000.


Y fin... Esta crónica es lo más que puedo hacer para compartir con vosotros la experiencia. Y con todo, ni se acerca al resultado real. Pink Tones es un orgullo nacional para españoles como yo. Son unos fenómenos cantando, tocando, su actitud en el escenario es apabullante. Son jóvenes, son enérgicos, hacen setlists a los que no les puedes echar en cara ni un sólo tema. No decepcionan, al contrario, sorprenden a gente que, como yo, se ha tragado TODOS sus videos en Youtube. 3 horas de concierto, señores, que se dice pronto. Qué potencia, qué precisión, qué saber estar. Son unos virtuosos musicales, pero sobretodo se nota que son bellísimas personas. Que les importa el público, que les implican, que quieren dejarles con la boca abierta, fliparlos, motivarlos. Porque quieren a sus fans,  de eso no hay duda, porque, ¿Cómo si no, Nacho Aparicio me reconoció del Twitter y me lanzó un amistoso saludo a la hora de despedir el concierto? Me sorprendió muchísimo y ni me lo pude creer cuando ocurrió. Menudo detallazo. En resumen, que:

Pink Tones no defrauda. Hechiza. Te guste Pink Floyd o no. ¿Eh, JG?
Pink Tones no toca 1 hora, u hora y media. Toca 3 horas. SEGUIDAS.
Pink Tones no versiona o hace tributos de Pink Floyd. SIENTE las canciones de Pink Floyd, las hace suyas y las interpreta, simplemente.
Pink Tones es un grupazo, pero lejos de tenérselo creído, de ser unos estúpidos y saber que el público va a verlos a ellos... Al contrario: Agradece su asistencia, ilusión y todo con honestidad y humildad.

Pink Tones... Gracias por darme uno de los mejores días de toda mi vida. De corazón. Nos vemos el año que viene sin falta.





"Piso las hierbas.







 Yo tampoco conozco a los pájaros del Averno."

8 comentarios:

  1. Magnífico =)
    También fue uno de los mejores días de toda mi vida, excepto por lo del pan de pipas xDDD
    ;) R.

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  2. Suscribo todo, se me han humedecido los ojos leyendote. Soy el iluminador del show y me encanta ver en el público las mismas reacciones que yo cuando los ví por primera vez, en el 2006. Gracias!

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  3. Phalans, no se como agradecerte la detalladísima narración en esta crónica, del concierto de Pink Tones, en Málaga.
    No estuve en el, pero ahora puedo decir que "casi estuve" gracias a ti y a tu extraordinaria capacidad literato-musical para transmitir sensaciones. No obstante he asistido a muchos de sus shows, la semana anterior estuve en el de Sevilla y la posterior en Santander, así que, además de tu detallada narrativa, estoy familiarizado con los Pink Floyd-Tones.
    Me pongo a pensar en como sería una crónica tuya, sobre estos "SIETE FANTÁSTICOS" si los vieras en un teatro, sentado en tu butaca de las primeras filas, sin "moscones" y con todos los sentidos entregados absolutamente al acontecimiento.
    Yo no tengo la capacidad de contártelo, pero si te puedo decir que ese momento lo he vivido, y es.... ÚNICO.
    Gracias y hasta la próxima.
    Desearía tener esta crónica impresa, me la puedes facilitar?
    Chesca

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  4. Mil gracias a mi R, a John Luhman Echebarria y a Chesca por comentar, pero especialmente por los siguientes motivos:

    A la primera, por acompañarme en el mágico viaje que fue este sublime concierto. Que sea el primero de muchos más. :)
    Al segundo, por el honor que entraña que el iluminador de tan fantástico show esté valorando mi humilde crítica. Gracias a ti por tu labor. La música de Pink Floyd se escucha y se siente muy adentro, pero contigo, fue posible vivirla, literalmente, "In the flesh".
    Y a Chesca por deshacerse en alabanzas (exageradas, insisto) ante la crónica. Espero poder hacer como tú la próxima vez y disfrutar de los Pink Tones "al máximo", tal y como me expones, porque suena genial.
    Lamentablemente, no puedo facilitarte una versión impresa, pero siéntete bienvenido (¿O bienvenida? Disculpa mi ignorancia xD)de disfrutar de esta entrada tantas veces como lo desees. En este blog no se borra nada, te lo garantizo, todo permanece. Lo mismo que el recuerdo de este maravilloso concierto de un 16 de marzo de 2013 al que volvería día sí, día también.

    Gracias de nuevo a todos. No sabéis lo mucho que significa para mí este reconocimiento.

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  5. Gracias a ti, haré un trabajo de "chinos" y me lo copiaré, así vuelvo a disfrutar lentamente de tu magnífica crónica.
    Chesca es un hombre de la época de los Pink Floyd e "indirectamente" culpable de la existencia de los Pink Tones.
    Un abrazo y gracias de nuevo Phalanx.

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    1. Acabo de releer tu magnífica y entusiasta crónica sobre el concierto de PINK TONES en Málaga el año 2013, y me has vuelto a emocionar, porque a mí me pasa lo mismo. A primeros de este mes de Febrero les he ido a ver a Valladolid que actuaban en "teatro" y me acordé de ti, lo que hubieras gozado allí sentado y concentrado en lo que sucedía sobre la tarima del escenario. Fueron tres hora largas de, ya sabes, GRANDIOSO PINK FLOYD. Además hice unas fotos muy identificadoras. Saludos.

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  6. Desde ésta crónica, he asistido al menos a una docenita de conciertos y no sabría ya saber con cual de ellos me quedo, los ha habido SUBLIMES. Ahora, en 2016, empiezo yendo a verlos a Cáceres, lo haré este fin de semana con gran ilusión; ¡¡¡A VER CON QUE ME SORPRENDEN!!!

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  7. Por cierto Phalanx, tu avatar me recuerda la carátula del último disco de SLEEPING PHILOSOPHERS "KAYANGA"
    Muy chulo.

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