20 de diciembre de 2010

"Regression"

Esta segunda entrada de mi blog está dedicada a una canción (álbum y grupo, para qué negarlo -.-´´) muy especial para mí. Durante un aciago día de Noviembre, mientras la escuchaba, no sé por qué sentí la imperiosa necesidad de narrar la historia que se oculta trás su letra. En gran parte, la letra en sí relata la historia... Pero sabía que podía mejorarla para hacer de "Regression" un relato breve, coherente y ciertamente inolvidable que pudiese leerse al tiempo que se escuchaba.
Aunque es cierto que el mérito de la historia es de Petrucci-Sama y que hice mucho "copiar, pegar y traducir", fue todo un reto darle sentido a las frases, saber dónde encajarlas... Pero el resultado a mí particularmente me gustó.

Así pues, recomienco que comencéis a leer el texto, cuando encontréis el video de Youtube le deis al play, y que finalicéis la lectura. :)

"... El reloj de la sala no deja de emitir el incesante tic-tac que, contra todo pronóstico, resulta en extremo relajante. Mi respiración se acelera sin poder contenerla y me froto los ojos con las manos. No puedo dejar de pensar en que estoy haciendo el imbécil aquí. No rechazo la idea de que puede que este loco, demente. En el desayuno, he leído la preocupación en los ojos de Lucy al decirle que iba a empezar con las sesiones hoy mismo. ¿Qué me está pasando? No me reconozco...
Mis turbulentos pensamientos se interrumpen entonces cuando oigo la puerta abrirse y cerrarse con delicadeza. Me giro nervioso y observo a un hombre de unos cincuenta y tantos años, con entradas y unas canas que parecen haberse confabulado contra los restantes vestigios de su cabello azabache. Un bigote y una barba discretos se disponen alrededor de su prominente mandíbula. Viste como un auténtico caballero ingles: traje y corbata, de corte muy clásico y arcaico. A través de los transparentes cristales de sus elegantes gafas, sus ojos pardos y afilados se encuentran con los míos. Me hace un gesto con la mano que le queda libre, instándome a que retome mi posición original. En la otra mano sostiene lo que intuyo que es mi historial médico .

 
-Acomódese en el sillón, es vital que se relaje. Empezaremos enseguida.-casi me ordena con una voz grave y exquisita que me obliga a obedecer sin demora. El tic-tac es acompañado por el pasar de las hojas del historial a mis espaldas y por un carraspeo del veterano.
Le veo pasar a mi lado y, sin despegar su vista de los documentos, me empuja suavemente el pecho, reclinándome por completo en el alargado diván de blando cuero negro. Accedo algo molesto, pero me recuerdo que soy yo el que ha pedido cita y logro tranquilizarme. Deja finalmente el historial en el escritorio de ébano y extrae una pipa del bolsillo de su chaqueta.
-¿Le molesta si...?-me pregunta aun cuando ya tiene la pipa en la boca y la cerilla está ardiendo. Por toda respuesta, le niego con la palma de la mano, aunque me pregunto (demasiado tarde) que hubiera pasado si le digo que no soporto el humo del tabaco.
-Empecemos pues, ¿Le parece? Si le soy sincero, su caso es complejo pero... créame, he visto cosas muy raras en mi vida.
No sé por que no me convence como ha pronunciado ese “su caso es complejo". Si pretendía calmarme, el hipnoterapista estaba lejos de conseguirlo.

Transcurre un breve silencio antes de que comience a hablar:
-Cierre los ojos y comience a relajarse.-El sonido del segundero y la agradable voz del "caballero" son de ayuda, por estúpido que parezca. Noto al estirar toda mi larga figura en el diván como mi cuerpo y mi mente comienzan a relajarse a una velocidad insospechada.
-Tome una profunda bocanada de aire... y exhálela. Concéntrese en su respiración. Con cada respiración se siente más y más liberado, más sereno. Imagine una blanca luz sobre usted: concéntrese en este fulgor al tiempo que fluye por su cuerpo-percibo como la voz enfatiza la narración.-Sienta como flota poco a poco hasta que cae... poco a poco... en un estado mental aun más profundo.
Ahora, a medida que cuente hacia atrás, del diez al uno, usted se sentirá cada vez más calmado y en paz..
Diez...
Nueve...
Ocho...
Siete...
Seis... Está entrando en un recinto seguro, en el que nada le puede ocasionar ningún daño.
Cinco...
Cuatro...
Tres...
Dos... Si en algún momento necesita regresar, todo lo que debe hacer, es abrir los ojos.
Uno...
De pronto, tal y como han rezado las ya lejanas palabras del hipnoterapista, me siento seguro, a salvo en medio de una resplandeciente luz que me envuelve con cuidado, protegiéndome de todo miedo o dolor.
Mi subconsciente mental comienza, como por arte de magia, a girar a través del propio tiempo para volver a formar parte del pasado, una vez más. Nada parece real, todo parece obra de un fantástico idilio en cuya bruma me siento perdido y fuera de lugar.
Conforme me aproximo a la nada, la difusa escena comienza a visualizarse, a ser clara y nítida... como si estuviera contemplando mi propia vida en una pantalla.
Porque es mi propia vida y al mismo tiempo la suya, que me espera allí a poca distancia con una angelical sonrisa en sus labios y una mirada repleta de significado.
-Hola, Victoria.-la saludo tomando su delicada mano.-Me alegro de verte, amiga mía."


"Borboteante sangre del hombre valiente...
Si le compones poemas de alabo,
Pasarás a ser de los nuestros.
Debes creer
Que la vida es Inmortal"

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